Dienstag, 30. Januar 2024
Sofonisba & daughters playing chess und Garden
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SOFONISBA ANGUISSOLA
"Partida de ajedrez" es un cuadro de la pintora renacentista italiana Sofonisba Anguissola fechado en 1555. En él aparecen, de izquierda a derecha, Lucía, Europa y Minerva Anguissola, hermanas de la autora, y una criada de la familia, Cornelia Appiani.
Pese a que su talento fue reconocido unánimemente (incluso el gran Michelangelo la aceptó como discípula), las convenciones de la época le impidieron estudiar anatomía, por no resultar decoroso para una mujer ver cuerpos desnudos. Esto la alejó de los grandes encargos oficiales de tema mitológico o religioso, en los que las representaciones de cuerpos desnudos abundan, pero la acercó al género que terminaría por darle la fama: el retrato.
En su "Diccionario de los más ilustres profesores de las Bellas Artes de España" (Imprenta de la viuda de Ibarra. Madrid, 1800), José Agustín Ceán Bermúdez le dedica una entrada que reproducimos entera a continuación respetando la puntuación y la ortografía de la época.
ANGUISCIOLA (Sofonisba) Pintora. Aunque débil y delicado no ha dexado el otro sexo de darnos pruebas en todos tiempos de que no les son agenas las bellas artes, y al presente hay un exemplar en Roma en Angélica Kaufmann, que no cede en habilidad é inteligencia á ninguno de los pintores que viven. Nació Sofonisba en Cremona de los señores Amilcare Anguisciola y de Blanca Punzona, ámbos de ilustre familia, los que conociendo la inclinación y buenas disposiciones de su hija á la pintura, eligieron para maestro suyo á Bernardo Campi, y después al Sojaro, ámbos famosos pintores de aquella ciudad.
Los progresos de la discípula correspondieron a su aplicación y talento. de manera que su nombre se hizo famoso en toda Italia; y habiendo llegado á noticias de Felipe II, mandó escribir al duque de Alba, que estaba en Roma, para que hiciese todas las posibles diligencias para enviarla á Madrid con destino al quarto de la reyna. El Duque evacuó su encargo con actividad, y la dirigió el año de 1559, acompañada de dos damas, dos gentiles hombres y dos lacayos. Fue recibida en palacio con mucho agasajo de los reyes y obsequio de los grandes y demas servidumbre.
No tardó mucho tiempo en pintar el retrato del Rey, por el que se le señaló una pension de 200 ducados al año, y le dió S.M. un diamante regulado en 1500. Retrató después á la Reyna y al príncipe don Carlos, que fueron tan celebrados como el del Rey. El de la Reyna pereció en el incencio del palacio del Pardo donde se conservaba el año de 1582, como dice Argote de Molina en el libro de la montería del rey don Alonso. Y habiendo sabido el papa Pio IV la buena acogida que Sofonisba y la estimación con que la trataban estos soberanos, escribió al Nuncio para que le proporcionase un retrato de la Reyna de mano de la Cremonesa, la que habiendo entendido el deseo de Su Santidad pidió licencia á su ama, y la retrató por segunda vez, cuyo retrato dirigió al Papa por mano del Nuncio con una respetuosa carta, á la que respondió su Beatitud con otra, dándole gracias, su bendicion y dones correspondientes á su grandeza, y á la virtud y mérito de Sofonisba.
Los Reyes trataron de premiar su virtud y su mérito, casándola con D. Fabricio de Moncada, noble siciliano, y dotándolo con 12000 ducados sobre la aduana de Palermo, para donde partió llena de honores, y rica con una pension anual de otros mil, con joyas, tapicerías y otras alhajas. Pasado algún tiempo perdió á su esposo, pero no tardó en hallar otro en Génova, no ménos ventajoso. También perdió la vista en su mayor edad, y entónces se entretenia con los pintores, hablando de las dificultades y bellezas del arte, por lo que solia decir Wandik, que era uno de los que concurrian á su casa "que había recibido mas luces de una ciega en la pintura que de su maestro".
Murió Sofonisba en Génova de muy avanzada edad, sin que haya quedado ninguna obra suya entre las colecciones del Rey en sus palacios, sin duda por haber perecido en algun incendio, para poder hablar con acierto de su estilo y habilidad. Pero Vasari asegura haber visto en casa de su padre Almilcare dos quadros que ella habia pintado con suma diligencia. Representaba el primero tres hermanas suyas traveseando con unos juguetes, y acompañadas de una vieja, que parecían vivas y no les faltaba mas que hablar; y en el segundo se veía á la propia Sofonisba, á Asdrubal y á Minerva, sus hermanos, con el padre, pintados con tal viveza que querían respirar. En Piacenza habia dos retratos de su mano en casa del arcediano de aquella catedral, uno del mismo arcediano y otro de Sofonisba, pintados tambien con mucha verdad.
Vasari dice en otra parte, que M. Tomaso, caballero romano, habia remitido al gran duque Cosme de Médicis, entre otras cosas, un dibuxo de esta profesora, que figuraba una niña riéndose de un muchacho que lloraba por haberle picado en un dedo un camaron de los muchos que habia en un canastillo, y añade, que no se podia ver cosa mas graciosa.
Sofonisba enseñó a pintar á Minerva, que fue de raro ingenio, así en esta profesion, como en las letras, y á otras dos hermanas, llamadas Lucía y Europa, que dexáron obras en Cremona. Lucía retrató al duque de Sesa con semejanza y viveza y Europa á su madre Blanca, cuyo retrato envió á Sofonisba cuando estaba en Madrid y fué celebrado de toda la corte. Tuvo otra hermana llamada Ana, que tambien siguió la pintura.
El pasaje que se refiere a nuestro cuadro es evidentemente una mala interpretación que Ceán hizo de Vasari, ya que el original italiano dice claramente que las hermanas están jugando al ajedrez. Sofonisba une en este cuadro el retrato con la escena de género. Hemos de suponer que las hermanas de la pintora, al cuidado de una de las criadas de la casa, se reunían a jugar al ajedrez bajo la sombra de los robles del jardín.
De la posición que muestra el tablero poco podemos decir, salvo que la casilla a la derecha de las blancas es de color negro, porque el brazo de Lucía oculta prácticamente toda la posición.
En el blog "El cuaderno de Sofonisba" se hace un detallado estudio de este cuadro. Allí se cuenta que en el siglo XIX se hicieron de él al menos dos grabados. El primero realizado por Vivant Denon.
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