Mittwoch, 2. März 2022
KORNFELD BERN 15.6.1988 memo Peter Helm rymbranesques ::: adresse gelbe zeiten :::: https://sites.google.com/view/he1m/home ::::: https://web.archive.org/web/20091115161911/http://www.polygraphicum.de/refs.html
memo...
am 15.Juni 1988 war ich bei Kornfeld in Bern auf Auktion in Sachen Rembrandt 85,
musste aber eilig vorzeitig abreisen, weil mich die Nachricht erreichte, daß meine Tochter Viola früher auf dem Weg in die Welt unterwegs war, als medizinisch noch vortags prognostiziert.
Unter den Saalbietern bemerkte ich viele bekannte Gesichter wie u.a. Helmut Rumbler aus Frankfurt
https://www.codart.nl/guide/agenda/rembrandts-etchings-the-eberhard-w-kornfeld-donations/
rymbranesques 400
https://sites.google.com/site/oeuvresgravees/rymbranesques
No hay duda de que Rembrandt comercializaba personalmente sus estampas. A excepción de dos casos (Jesús ante Pilatos y Las tres cruces), en sus obras no aparece ningún sello de editor. Algunas planchas circularon por determinadas editoriales o quedaron en manos de comanditarios. Setenta y cuatro fueron adquiridas a raíz de la quiebra del artista, en 1656, por Clement de Jonghe, editor y comerciante al que había retratado. Es más que probable que De Jonghe hiciese tirajes hasta su muerte. En el siglo XVIII, se localizó nuevamente una parte de aquellas planchas en casa del coleccionista y marchante de Amsterdam Pieter de Haan (1723-1766), quien tenía además en su poder matrices de retratos; cuando murió, se destinaron al comercio más de setenta y cinco planchas acompañadas cada una de ellas de unas ochenta pruebas, impresas en el siglo XVIII. El principal comprador fue Pieter de Fouquet (1729-1800), que se las vendió a un coleccionista y grabador francés, Claude-Henri Watelet, gran admirador de Rembrandt, cuyo estilo llegó incluso a imitar. Watelet reunió ochenta y una planchas de cobre, las retocó en un intento de devolverles cierto lustre y estampó diversas pruebas. Publicó un libro con estos tirajes y los de sus propias obras, bajo el título Rymbranesques ou Essais de gravures. En el prólogo escribió, en 1783: "Tras haber mandado adquirir en Holanda unos grabados originales de Rymbrand [sic], en su mayor parte alterados, borrados o echados a perder por unos retoques burdos y desmañados, me he aventurado a acercar algunos de ellos a su estado primitivo, consultando las pruebas buenas que se han conservado." En el siglo XVIII, estas distintas manipulaciones no eran motivo de asombro.
Anciano calvo de perfil a la derecha
Paisaje con torre
Mujer desnuda con los pies en el agua
En la subasta Watelet de 1786, las planchas de cobre fueron compradas por Pierre-François Basan (1723-1797), un empresario de París que publicó de 1789 a 1797 diversas ediciones de un libro conocido por el nombre genérico de "colección Basan". En el siglo XIX, su hijo Henri-Louis Basan modificó las planchas y, en 1807-1808, publicó también un compendio. En 1810, el editor Auguste Jean (muerto en 1820) las rehizo una vez más y apareció un nuevo álbum. Tras la muerte de su viuda, las piezas entraron en posesión de Auguste Bernard, grabador, que las retocó más aún. Su hijo realizó un último tiraje en 1906 con el coleccionista Alvin-Beaumont, propietario de las planchas, quien luego se las vendió al coleccionista americano Robert Lee Humber. El material fue depositado en el museo de Raleigh, en Carolina del Norte. En 1993, los herederos pusieron nuevamente a la venta setenta y ocho planchas de cobre en el establecimiento londinense Artemis. Fue así como algunos ejemplares pasaron a formar parte de las colecciones públicas. En la actualidad hay ochenta y una planchas localizadas. Dos de ellas, poco retocadas, se incorporaron al Cabinet des Estampes de la Bibliothèque nationale de France. Fueron aceradas en el siglo XIX al igual que todas las demás, con la finalidad de obtener, al protegerlas, tirajes importantes: constan de un residuo de metal en el reverso que subsiste después de desacerarlas. Esta obra mítica fue, por consiguiente, víctima de su éxito, y a aquellos tirajes mediocres –de los que tan sólo hemos citado los más notorios–, con frecuencia auténticos sacrilegios, a los grabados a la manera de Rembrandt, se sumaron además copias y falsificaciones. Únicamente pervivía el prestigio del nombre.
La resurrección de Lázaro
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